Nuestro estilo de vida actual, cargado de presiones y de
tensiones, tiene un impacto muy alto sobre nuestra salud
física y mental, afectando también a las personas en su
equilibrio emocional.
Algunos se han acostumbrado a mantener tal estado de estrés y de
tensión, que ni se plantean siquiera la posibilidad de poder hacer actividades
que les permitan soltar lastre.
Otros, en cambio, anhelan evadirse de la rutina pero, si algo caracteriza la
época en la que nos ha tocado vivir, es el que todo ocurre con demasiada
celeridad, lo que impide que nos podamos adaptar a su ritmo. Entonces es cuando
nuestro ajuste se resiente generando, incluso, agitación y sentimientos de
angustia e inseguridad.
Hay que darle al cuerpo la importancia que
tiene procurando sacudirnos de encima el sedentarismo. Esto significa una
alimentación sana, espacio para el ejercicio físico (procurando caminar, nadar,
bailar o practicar yoga), una adecuada atención estética ytiempo para la relajación
y el descanso porque, aunque a veces no notemos el cansancio,
está ahí, latente, y basta con que disminuyamos un poco el ritmo para que lo
sintamos.
Sin embargo, se nos hace muy cuesta arriba conseguir
satisfacer todas estas necesidades. Comemos en diez minutos, de pie o sobre
nuestra mesa de trabajo, y nos parece que no podemos permitirnos soñar ni
descansar lo suficiente por miedo a dar mala imagen. Tendríamos que procurar
ver las cosas con más perspectiva porque nuestro cuerpo se siente frustrado,
agredido, y va acumulando tensiones. Cada
vez es más frecuente enfermar cuando estamos de vacaciones. Se trata de una
reacción normal del cuerpo que, por fin, se permite liberar las tensiones
acumuladas.